La última víctima mortal de violencia machista en nuestro país vivía en Jerez y fue asesinada con un martillo que su pareja estampó contra su cabeza en reiteradas ocasiones el pasado 10 de septiembre. 

Como si el dolor y la indignación por otra muerte no fueran suficientes, asistimos a la revictimización de la mujer desde que algunos medios de comunicación dieran a conocer su nacionalidad y la de su asesino, creando dicho de paso un entorno idóneo para la xenofobia y el odio. También la condición física de la mujer asesinada, con una discapacidad que la obligaba a ir en una silla de ruedas. Y cómo no, su condición de pobre. La mujer asesinada a martillazos sobrevivía pidiendo cada día en la céntrica calle Larga de Jerez. 

Una vez más presenciamos un desplazamiento del objeto de la noticia hacia posiciones fundamentadas en posturas racistas y xenófobas, que en ningún caso deben ser atenuantes o relativizar la gravedad del crimen. 

Otras informaciones aparecidas durante el fin de semana apuntan, además, a la hipótesis de un crimen por compasión que el agresor habría cometido por imposibilidad de mantener los cuidados que la mujer necesitaba. Y aquí, desde el PCA, nos parece imprescindible recordar que la inmensa mayoría de los trabajos de cuidados, no remunerados o muy precarizados, recaen sobre los hombros de las mujeres del planeta. Es cuanto menos sorprendente que se pretenda blanquear la violencia machista validando, por un lado, un supuesto crimen por compasión, y argumentando, por otro, la incapacidad del cuidador. El colapso sanitario, emocional y económico por los trabajos de cuidados son el día a día de muchísimas mujeres que no ejercen ningún tipo de violencia, y que por el contrario, soportan la violencia de un sistema que las invisibiliza y las sigue dejando atrás. 

El crimen por compasión (asesinada a golpes con un martillo) queda validado en titulares y nos recuerda a otro mantra tanto o más morboso. El del crimen pasional abriendo portadas de periódicos con crónicas que describen que la mató porque la quería demasiado. 

Vuelven a blanquear, lo hacen constantemente, la violencia machista. Esa que no entiende de razas ni nacionalidades porque la víctima una vez más lo es, exclusivamente, por su condición de mujer y merece dignidad. 

Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la lucha contra la violencia machista. En el ejercicio de su profesionalidad los y las profesionales del periodismo cuentan con manuales y guías para un tratamiento responsable y justo de la información que ofrecen. Reivindicamos esta profesionalidad en el ejercicio de una función indispensable para combatir la violencia machista en todas sus representaciones.