*Por Silvia Álvarez
Estamos en medio de una situación de pesadilla. Muertos, incertidumbre, restricción de las libertades. Una pesadilla que afecta a todos y todas. Pero, como siempre, no de la misma manera. Mientras unos enferman rodeados de lujos, sea en un hospital privado, o en su chalet con césped, gimnasio y piscina, otros mueren en la más absoluta soledad y sólo son reclamados por el golpe en la puerta de los bomberos, o enterrados en fosas comunes, como está pasando en Nueva York. En esta situación hay personas aisladas en habitaciones más grandes que un piso medio, con visitas médicas diarias. Y todo esto sin síntomas. Mientras que futbolistas, políticos de primera línea, saben si son positivos o no, el pueblo muere en casa porque, sin tests, les recomiendan pasar la enfermedad aislados y sin ir al hospital.
No, nunca afecta igual a unos que a otras. Se trafica con el precio de las mascarillas y escasean los EPIs. Y capitalismo se encarga de dirigir estos bienes escasos a quienes son sus mantenedores. Aplaudimos al personal sanitario, pero si piden mejoras laborales se les echa encima a los cuerpos de seguridad del estado, como ya pasó. Resulta que el modelo a seguir es un señor que con sus artes en ingeniería fiscal hace desaparecer mucho dinero que, de otra forma, podría terminar en la sanidad pública. Pero, eso sí, regala mascarillas y logística. Aquí, claro. Porque en Bangladesh sigue explotando a sus trabajadores por un sueldo mísero (de ahí su riqueza).
No, no es el fin del capitalismo. Es su continuidad. Mientras no tomemos en cuenta otros modelos, como el de la segunda república, donde se fomenta lo público, los derechos, la solidaridad, laicidad y ausencia de privilegios, seguiremos expuestos a otro tipo de pesadillas que, éstas sí, las tenemos normalizadas. Millones de euros de todos los españoles regalados a amantes a cambio de privilegios a "amigos" genocidas.Y un Congreso que se niega a investigar estos datos y todo los fondos perdidos en paraísos fiscales. Y cuyo hijo de el que ha cometido, entre otras cosas, estas, por puro "poder divino" y herencia de un dictador, es nuestro actual jefe de estado.
Mientras se permitan privilegios estaremos ayudando a construir un sistema injusto, donde morirán las de siempre y sólo se salvarán los privilegiados.
Ahora que vemos, más obvia que nunca, la necesidad de una sanidad pública y gratuita debemos recordar que si unos pocos tienen la gran mayoría del dinero, no estará para la gran mayoría del pueblo. Tiremos del hilo rojo de la memoria y no olvidemos que el poder debe estar en el pueblo, no en una minoría corrupta, para poder hacer un reparto equitativo de recursos. El pueblo habló hace 89 años. Pero le callaron tiempo después mediante un golpe de estado de los que no querían perder sus privilegios. Retomemos la historia y luchemos, de nuevo, porque el verdadero protagonista, el pueblo, sea el artífice de su futuro. Y que nadie, ni con armas, ni con bulos, nos vuelvan a callar. Hoy más que nunca, viva la República!
*Silvia Álvarez es miembro del Foro por la Memoria y militante del Núcleo del PCE de Carmona (Sevilla).