Durante las últimas semanas ha salido a la luz, a colación del nombramiento como Catedrático de Trabajo Social de José Luis Sarasola, una serie de reivindicaciones relativas a las prácticas abusivas que se llevan a cabo en la Universidad Pablo de Olavide (UPO). Sin embargo, las prácticas abusivas, el acoso y el uso de las relaciones de poder en el seno de la Universidad no se limitan a una persona concreta con un rango concreto. Los abusos hacia alumnas y compañeras de trabajo por parte de Profesores de la Universidad es una constante y existen experiencias y testimonios innumerables. Es por esto que desde el Partido Comunista de Andalucía (PCA) y la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) reclamamos la mejora de protocolos de igualdad para que sean eficaces y seguros para las víctimas que agoten las vías necesarias para la erradicación de este tipo de prácticas. Reivindicamos canales de comunicación seguros, una hoja de ruta que oriente la actuación en el caso de situaciones de abuso o acoso, protección institucional a las víctimas y seguimientos de los casos denunciados. Para ello es imprescindible que la UPO se comprometa con la igualdad de trato y con la seguridad de sus alumnas y trabajadoras. Las prácticas abusivas suelen ir de la mano de una aterradora espiral del silencio que las encubre – de forma más o menos intencionada – fundamentalmente debido a relaciones de poder o corporativismo. La UPO no puede seguir ocultando estos hechos y debe dar la cara por la seguridad de sus alumnas y trabajadoras. Encubriendo las prácticas abusivas que tienen lugar en su seno y que son protagonistas de conversaciones informales llenas de preocupación, la UPO solo hace que el conflicto escale y que tanto el alumnado como el personal laboral de cualquier tipo se sienta desprotegido. El feminismo y el compromiso con la igualdad no solo tienen que ver con comunicados institucionales el 25 de Noviembre y el 8 de Marzo, sino también con el compromiso – a veces incómodo – con mejorar la experiencia cotidiana en el seno de la Universidad de sus alumnas y trabajadoras. La denuncia de estas situaciones es necesaria, pero la organización entre alumnas, trabajadoras y organizaciones sociales y políticas es imprescindible para frenarlas y reivindicar que no vamos a mantenernos calladas frente al abuso de poder ni el acoso que se ejerza contra cualquiera de nosotras.

¡Ni un paso atrás!  ¡Por una Universidad Pública feminista, segura y libre de prácticas abusivas!