La negación del holocausto nazi

16 de Julio de 2018

por Fco. Javier Mingorance Morcillo, miembro del Núcleo del PCA en Almería

El pasado 22 de junio de 2018, publiqué aquí un artículo sobre al holocausto nazi, muy escueto, sin embargo, muy clarificador de lo sucedido en ese período tan desolador que abarca desde 1939 a 1945. Con una rápida ojeada por internet existen infinidad de lugares en la red que niegan la Solución Final planeada y ejecutada por los nazis, en realidad el exterminio judío y así se niega que existieran las cámaras de gas y que el número de asesinados con crueldad extrema es exagerado. Ojo, hasta las más repetidas falacias de los negacionistas pueden ser desmontadas con la realidad verdadera de los hechos.

Así que hoy aquí voy a ir desgranando las principales mentiras vertidas por los negacionistas y simpatizantes del fascismo y del nazismo.

Primera mentira de los negacionistas: El gas Zyklon B es un producto para matar piojos, no personas. Si los nazis hubieran pretendido exterminar a los judíos, habrían tenido que usar otro gas.

Lo verdadero de este asunto y lo más siniestro es que el gas Zyklon B resulta más efectivo, es decir, es letal con las personas que con los piojos, que es para lo que fue concebido. Un ser humano muere entre 5 y 10 minutos después de haber inhalado este tipo de gas con una concentración de 300 ppm, esto es, partes por millón. Los piojos, que son insectos con un metabolismo mucho más lento que el de los humanos, tardan en morir varias horas después de ser expuestos al Zyklon B, incluso con concentraciones de hasta 16.000 ppm. Otra ventaja adicional, por llamarla así, era que este gas se utilizaba ya en los campos como anti insectos y, por tanto, podía adquirirse fácilmente sin levantar sospechas.

Segunda mentira de los negacionistas: Los hornos crematorios fueron construidos para incinerar a quienes morían por causas naturales; por ejemplo, debido a las epidemias de tifus. Las llamadas cámaras de gas no eran sino depósitos de cadáveres.
Ante este extremo, decir, que en los campos de concentración, muchas personas morían de tifus y otras enfermedades infecciosas, pero no tantas como para justificar el número de crematorios instalados por los nazis en los campos de exterminio, como Auschwitz-Birkenau. Otra prueba es que las salas que los negacionistas dicen que eran depósitos de cadáveres y que podían calentarse, lo que sería totalmente inadecuado para un depósito de cadáveres. Lo que se pretendía era mantener una temperatura constante de entre 26 y 27 grados, pues, así es como el Zyklon B resultaba más efectivo. Y por otro lado, como se da pie a que se deje morir a las personas allí detenidas contra su voluntad por enfermedades infecciosas, sino fuera porque que eso era lo que se perseguía, el exterminio por el conducto que fuera.

Tercera mentira de los negacionistas: No es posible que los nazis usaran Zyklon B en los crematorios porque el gas, en combinación con el calor de los hornos, habría provocado una explosión en su interior.

Parece ser que en teoría, es cierto que grandes concentraciones de Zyklon B en el aire, en combinación con el calor de los hornos, podrían haber causado una explosión en los crematorios, sin embargo, diversos estudios científicos demuestran que la cantidad de gas necesaria para matar a seres humanos en las cámaras es de 200 veces menor que la requerida para una explosión, por todo ello, aunque los nazis eran muy generosos con las dosis del Zyklon B, éstas eran claramente insuficientes para que el argumento de los negacionistas tenga validez.

Cuarta mentira de los negacionistas: Una sola incineración tarda una hora, es por tanto, imposible que, en el plazo de tres y cuatro años en el que Auschwitz-Birkenau estuvo operativo, se incinerara a un millón cien mil personas.
De suerte que esta es una de las clásicas afirmaciones de los nagacionistas, que comparan las incineraciones nazis con las que se realizan habitualmente en nuestra sociedad como alternativa al enterramiento, pero, en este último caso, el horno se apaga entre una incineración y otra, y las cenizas, que nunca se mezclan con las de otros cuerpos, se recogen y se entregan a los familiares y el olor a carne quemada que era constante y se podía percibir a cerca de más de un kilómetro cuadrado demuestra que el horno de los nazis se encontraba encendido día y noche. 

Los métodos utilizados por los nazis son más parecidos a los de la cremación industrial: los cuerpos se introducen uno tras otro en el horno y éste a su vez alcanza una temperatura más alta. Hay que puntualizar que la mitad del tiempo se emplea en incinerar el torso. Los nazis lo sabían y por eso destrozaban los torsos de los cadáveres con barras de hierro, de esta forma se conseguía disminuir significativamente el tiempo de la incineración.

Quinta mentira de los negacionistas: Hitler no sabía nada del Holocausto. No era la política del régimen.

La defensa de la inocencia de Hitler en el Holocausto es muy común entre los negacionistas y es lo que afirma el historiador autodidacta británico David Irving, pero, cierto es, que el odio a los judíos fue la base de la política nazi, ya que, desde 1919, Hitler le manifestó al periodista Josef Hell: Cuando tenga el poder de verdad, la exterminación de los judíos sería mí primera tarea, y la más importante. Esto que le trasladó al periodista viene recogido en su famoso libro: Mi Lucha, entre otras lindezas dignas de éste desequilibrado mental preocupante.

A medida que la guerra avanzaba, tanto Himmler como Hitler controlaron desde cerca primero los fusilamientos y posteriormente los gaseamientos. Hitler solía impartir órdenes verbalmente y a pocas personas a la vez, por lo que no existe ninguna orden firmada por él, sin embargo, Rudolf Höss, comandante de Auschwitz, declaró que Himmler le convocó a una reunión en Berlín, en la que le dijo de literal: El Führer ha resuelto que se aplique la Solución Final a la cuestión judía, y nosotros, las SS debemos ejecutar esa orden. Los campos de exterminio del Este no están preparados para llevar a cabo estos planes, por lo que he elegido Auschwitz. 

Recuérdese que Adolf Eichmann, fue la mente burocrática que organizó el genocidio nazi de los judíos en la reunión que tuvo lugar en el lago conocido con el nombre de Wannsee, celebrada el 20 de enero de 1942, en donde 15 altos dirigentes de alto rango nazi, presididos por el criminal de guerra y genocida Reinhart Heydrich acordaron el exterminio sistemático de los judíos, principalmente, a esta reunión se le denominó como: La Conferencia de Wannsee.

Sexta mentira de los negacionistas: Las estadísticas de los judíos asesinados en el holocausto han sido enormemente exageradas. Como mucho murieron entre 200.000 y 300.000 personas, y por causas naturales.

En el Holocausto, se estima que fueron asesinadas entre Cinco Millones y Medio y Seis Millones de personas. La falacia de que murieron solamente 200.000n personas, procede de un libro, cuyo título es: General Psychologus, de un sujeto que atiende por Alexander Scrom; el nombre es un pseudónimo detrás del que se oculta un autor desconocido. 

El libro fue publicado en 1965 en Brasil, un país que acogió a muchos nazis tras la guerra, Scrom afirmaba que sus afirmaciones partían de información proporcionada por la Cruz Roja Internacional, algo que esta institución ha desmentido siempre categóricamente en muchas ocasiones, por otro lado, siendo verdad que Cruz Roja le detallara esta información al tal Scrom, sí diré, que esta institución proporcionó pasaportes a más de un nazi para escapar de sus crímenes y tropelías, ello no ha impedido que los negacionistas sigan en la actualidad a este sujeto, Scrom, como una fuente de total confianza.

“Es triste pensar cuanto se alejó (en esa época) la Cruz Roja alemana de sus principios humanitarios", dijo Seiters, ex ministro del Interior, durante la presentación de un estudio histórico que ahondó en la postura del organismo en la Alemania de Hitler.
 

Séptima mentira de los negacionistas: Si los prisioneros hubieran sido gaseados con Zyklon B, en los ladrillos de las cámaras de gas habrían quedado restos depositados de ácido cianhídrico claramente visibles, y las investigaciones no han detectado nada de eso.

Bueno, aunque en teoría esto podría ser cierto, el argumento es totalmente falso por diversas razones. En primer lugar, la cantidad de gas utilizada era demasiado pequeña y el tiempo de exposición demasiado corto para que quedaran depósitos, bien, el gas permanecía en las cámaras un máximo de 20 a 30 minutos, lo que, según los expertos, es insuficiente, y también se sabe por testimonios de prisioneros judíos que trabajaban en los hornos crematorios que, después de cada ejecución, se ejecutaba una profunda limpieza de las paredes y los suelos de las cámaras de gas para no dejar restos de sangre y excrementos.

En el mes de noviembre de 1944, antes de abandonar Auschwitz-Birkenau, los nazis provocaron la voladura de las cámaras de gas, las ruinas, por tanto, han estado expuestas a la lluvia durante años, lo que ha eliminado los posibles restos de veneno, esto hace que la comparación con las salas de desinfección, habitual entre los negacionistas, sea totalmente falsa, aun así, existen estudios científicos que sí han encontrado restos de Ziklon B en lo que queda de las cámaras.

Sólo me resta añadir la frase de Napoleón Bonaparte: “La mayor parte de aquellos que no quieren ser oprimidos, quieren ser opresores”, circunstancia ésta que ocurre en la actualidad con el pueblo palestino, sometido a un holocausto sionista silencioso y permitido por el resto de países del mundo, aunque con alguna excepción.

Categorías: Memoria Democrática

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